Era un zigzag mis piernas, quería micro y preferí metro.
Que imbecil el intentar cumplir un sueño con la primera cara conocida que encontré, y digo conocida por el solo hecho de toparme con sus ojos un par de veces en un espacio limitado que se llama aburrimiento.
¿Vamos a caminar? Y su respuesta fue no gracias, esas gracias malditas que fue repercusión días después. Esa frase no era para él, pero llego a él. No era para nadie, por que idealice a esa persona, a ese pe más algo. Y es que a veces hago cosas imbeciles, la verdad es que la mayoría del tiempo, me debería haber quedado bailando y bailando saltando y saltando, pero era un zigzag mis piernas.
En tres días mis amígdalas estaban enormes, la mayonesa se caía, la carne molida no era molida, adorné el metro tren con esmalte fucsia fosforescente, mi hermana estaba semi inconciente bajo la cama y yo la miraba sin asombro, no atinaba a nada, botaba agua por el piso de la cocina y la cuchara se caía en aquella inmensa olla que es necesaria en santiago. Sin olvidar el balde de manzanilla en mi cabeza.
Era un zigzag mis piernas, y no pude evitarlo. Quédate por favor, aunque no quisiera que lo hicieras, y tampoco lo hiciste y gracias. Esas gracias malditas que fue repercusión hasta hoy día.
Yo quería micro, y preferí metro, porque era más rápido, porque me llegaba el sol, porque me picaba la cabeza, porque me dolían las muñecas, porque quería ordenar la pieza, porque debía y tenía que botar lo podrido del refrigerador, porque no quería volver a intoxicarme con carne, porque era un zigzag mis piernas.
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